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sábado, 29 de diciembre de 2012

Capítulo 3

 

 


El alba nace en el horizonte de Londres
. Las nubes dejan paso al astro rey y la nieve se derrite en las aceras, dibujando charcos caprichosos. Se respira tranquilidad en cada esquina, propio de un domingo como otro cualquiera. Los hornos de las panaderías humean por toda la ciudad. El Támesis acoge en su orilla a turistas madrugadores mientras las cafeterías abren sus puertas y los periódicos son repartidos.








Anne acaricia el frío suelo con sus pies desnudos cuando todavía no son las nueve de la mañana. Corre las cortinas y se deslumbra ante la claridad de la mañana. Mira de reojo el pinchadiscos y se despereza, crujiendo sus huesos. Va a la cocina, descalza. Calienta un vaso de leche mientras bosteza. Pone la televisión y sorbe su desayuno poco a poco. Adoro el último día de la semana.


No muy lejos de allí, un chico amanece en los brazos de una chica. Se levanta suavemente, intentando que ella no se despierte. Se escurre silenciosamente hasta al baño. Abre el grifo, haciendo correr un chorro de agua fría. Sumerge las manos en él y se empapa la cara, despertándose completamente. Mira su reflejo. Buenos días, Matt.


-


- Oh, venga, Anne. ¿De verdad que no te apetece ir a los recreativos? Irán todos… - un insistente Ben intenta convencer a su chica de que salga con sus amigos. Él no la entiende; está terriblemente confundida. No para de darle vueltas a la idea de dejarle. Se ve incapaz. Y encima él es tan bueno con ella…
- Ben… – susurra apretando el teléfono entre sus manos. Cierra los ojos, enredando sus pestañas. No sabe qué decirle para excusarse – Está bien, iré. Pero solo un rato.
El moreno se despide alegremente.



A pesar de que hace rato que ha colgado, Anne aun sigue con el teléfono entre las manos. Quizás es que no quiero dejarle… ¿no?
Son las cuatro y media de la tarde. Han quedado a las cinco. Creo que tengo que ir arreglándome.


En una cafetería concurrida, situada en el centro de la ciudad, se encuentran dos rubios tomando una taza de chocolate caliente.
Rachel está radiante. Su sonrisa deslumbra a cualquiera que repare en ella. Bebe de su taza a pequeños tragos, deseando que no se termine nunca para no marcharse de allí. Se siente como una quinceañera: enamorada e ilusionada.
Matt también sonríe. Pero los motivos son infinitamente distintos. Sonríe porque acaba de ver a Anne pasar delante de la cafetería. La ha visto entrar en la sala de juegos. Matt se termina su chocolate en pocos sorbos y mete prisa a la chica, que lo ha observado minuciosamente.
- Vamos Rachel, me acaban de entrar unas ganas tremendas de ir a los recreativos – el rubio se limpia las comisuras de la boca con una servilleta y se levanta de un salto. La chica lo mira confusa.
- ¿Recreativos? No conocía tu lado infantil – dice con el ceño levemente fruncido. Ella lo imita bebiendo su chocolate rápidamente. Ambos se ponen el abrigo y salen de allí.
Ains, es tremendamente adorable… Seguro que querrá que nos hagamos fotos en el fotomatón y todo… -
Piensa Rachel mientras lo agarra de la mano para cruzar la calle. Matt está demasiado ocupado buscando a su adolescente con la mirada, y no ha reparado en el contacto físico con la rubia.
Al entrar en la sala de juegos, un halo de ruido les tapona los oídos. Hay mucha gente, incluso más que en la cafetería en la que estaban. La diferencia es que la mayoría no pasa de los veinte años, salvo los padres que están divirtiéndose con sus hijos pequeños. Es un local ambientado en los años 80. Sumamente vintage.


En el mismo lugar, a la misma hora y en el mismo instante.
Anne está con sus amigos en una esquina de los recreativos, sentada en las rodillas de Ben. Juegan a los bolos. Su chico le acaricia las manos y ella mira la pantalla de las puntuaciones con un mohín en los labios. Voy la última, soy malísima jugando a los bolos – piensa, con los ojos medio cerrados. El ambiente está cargado de risas inocentes y miradas de flirteo. Totalmente adorable. Anne se remueve inquieta en le regazo de Ben, pero él no se percata de que se siente incómoda. Aprovecha el turno de tirada de su chico para desaparecer unos minutos entre la gente. Se escabulle rápidamente, sin dejar tiempo a que nadie le pregunte a dónde va. Recorre con pasos cortos un pasillo de los recreativos, lleno de máquinas de videojuegos y similares, mirando cada recoveco del lugar. Se detiene delante de una cristalera que retiene centenares de peluches en su interior. Mete las manos en sus bolsillos en busca de alguna moneda. La pone en la ranura y la deja deslizarse hacia dentro, oyéndose un pequeño click. Sus ojos se van directamente a un osito que hay al fondo de la máquina. El gancho de metal se coloca en el centro y la chica agarra el joystick con firmeza, girándolo hacia la derecha. Cuando cree que está justo encima del osito, pulsa el botón. Lo mira mientras el gancho se desliza lenta y chirriantemente hacia abajo. Observa desilusionada como deja escapar al osito. Rebusca de nuevo en sus bolsillos.













- Rachel, quédate en la barra. Voy un momento al baño – le dice el rubio, quitándose la chaqueta y colocándola al lado de ella en un taburete. Busca con la mirada y recorre los pasillos con la cabeza en alto. No tarda mucho en encontrarla, pues ella lleva un jersey que no es nada discreto. La ve, al fondo, posada delante de una máquina de peluches y la sonrisa se le agranda. Avanza hacia ella con decisión, esquivando niños que corretean de aquí para allá.
Cuando llega hasta la altura de la chica, pasa suavemente sus manos delante del rostro de ella, tapándole los ojos. Ella da un respingo, sorprendida. Tal y como ayer. – se ríe el rubio en la intimidad de su mente.
- ¿Quién soy? – pregunta divertido. La chica enmudece, no se lo puede creer. Tiembla levemente e intenta controlar el color de sus mejillas. Deja caer las manos del joystick y las pone delicadamente en las que cubren sus ojos. Ahora no hay guantes – piensa Matt. Parece que el tiempo se ha detenido. Y ya no hay nadie más allí. Es como si hubiesen entrado en una pequeña burbuja que los aísla del exterior. Anne gira los tobillos y él le devuelve la visión, apartando las manos de su rostro. Con las mejillas sonrosadas, Anne le sonríe de una manera dulce y, a la vez, sensual. Creía que tardaríamos más en vernos, rubito.
-
Te he vuelto a sorprender, ¿eh? – le dice Matt con una sonrisa que eclipsaría hasta a una estrella.
- La verdad es que esperaba encontrarte en cualquier sitio menos en este… - le responde ella con una ceja levantada - ¿Qué haces aquí? – le pregunta con una curiosidad inocente. Seguirte… - se dice el rubio.
- Me dejo caer por aquí de vez en cuando – dice convincentemente, encogiéndose de hombros. Ella se ríe y alza aun más la ceja, si fuese posible. Ya, claro.
- ¿De veras? Entonces debo imaginar que este tipo de cacharros,  – señala la máquina de peluches con la cabeza – se te dan bien, ¿no? El osito del fondo se me resiste. – Matt la mira a los ojos desde su altura y se pasa la lengua por los labios, humedeciéndolos. Contrólate, Matt, por favor.
- Bueno, no quiero presumir… pero en la feria de mi pueblo me llevaba todos los peluches – dice riéndose – Te lo demostraré… - Con delicadeza, Matt agarra por los hombros a la chica, girándola. Pasa los brazos alrededor de Anne y amolda sus manos al mando de la máquina de peluches. Tras varios giros de muñeca, el chico aprieta el botón, dejando apresado al oso en manos del gancho. Anne nota la risa del rubio en su nuca. Su aliento le ha erizado la piel. Sus pómulos cada vez se encienden más y sin embargo, está realmente cómoda. Él coge el peluche y se lo cede con ojos chispeantes. El ambiente arde.
- Ya veo que no era un farol… - dice la chica, que no se había sentido tan especial en su vida. Una idea atraviesa la mente del chico. No lo hagas. Contrólate.
Matt se acerca a ella suavemente y no deja de mirarla a los ojos, centelleantes y expectantes. Agacha la cabeza levemente y Anne aprieta el peluche entre sus brazos, realmente nerviosa, con los labios preparados. Hazlo. Dame un motivo.    




                                                       




- ¡Anne, ¿dónde te habías metido?! – Ben llega hasta ella y la rodea con sus brazos, sin reparar en el rubio. Matt se queda estático, con los ojos más oscuros que nunca. Idiota, has estado a punto de hacer una tontería – Ya hemos terminado la partida y hemos decidido ir a tomar algo al centro comercial. – Anne se aferra al osito de peluche, con la inexistente esperanza de que le hiciera desaparecer de allí. O que hiciera desaparecer a Ben. Mira a su novio con cara de póquer y sacude la cabeza, volviendo a la realidad de golpe.
- ¿Al centro comercial? Ehm… Claro – dice, no muy consciente de su significado. Observa como el rubio desaparece entre la gente y se siente desprotegida. Ojalá tuviera un motivo…

Y, si no hubiera aparecido Ben en ese instante, Matt le hubiera dado un motivo. O más de uno.















Continuará...



Pd. ¡Infinitas gracias por los comentarios que me habéis ido dejando! En serio, os lo agradezco muchísimo.
Este es uno de mis capítulos preferidos y, espero de corazón, que lo disfruteis tanto como lo hice yo... :3
Y... ¡por fin le ponéis cara a Anne! :P
Nos leemos pronto. ¡Felices fiestas!

Pd 2. ¡¡Necesito tiempo para ponerme al día con vuestras historias!! ^^'''

6 comentarios:

  1. Vaya, no había leído los capítulos anteriores por falta de tiempo, pero valió la pena, porque así no me quedé con intriga... hasta ahora, ¡por favor síguela! me fascina, de verdad escribes hermoso :33

    Cuídate, y buen año nuevo :3

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    1. oh, claro que la seguiré ^^ me alegra que te guste jajajaja y gracias por pensar que escribo bien :)
      feliz año y un abrazo enorme!!!!

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  2. ¡me ha encantado! de verdad senti mi corazon acelerarse cuando Anne y Matt estaban por besarse... Siguela pronto ¿vale? Adoro la manera en que escribes. Feliz año nuevo =D

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    1. jajajajajajajajajajajajaj la verdad es que yo lo viví más que nadie escribiéndolo.. y en un principio se iban a besar pero después dije bah! más intriga jajajajaj
      que bien que te guste como escribo^^
      feliz año nuevo! besitos:3

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  3. ¡Me ha encantado mujer! Anne y Matt me encantan. Uish que si no fuese por Ben... ¡Feliz año nuevo!

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    1. jajajaja si, la verdad es que si Ben no hubiera aparecido lo más probable es que esos dos se lo hubieran montado allí mismo xD!!!!!!
      un beso y feliz año, preciosa!!

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