La intención de
Anne no era mentir a Ben, de ninguna manera. Es sólo que, simplemente, el
destino hará que vuelva a ver al rubio y, aunque no lo admita, ella no hará
nada por impedir que ocurra…
Se acaba de despedir del chico, bajo una tormenta que no es más que un símil de su ser.
Truenos, la impotencia por quererles a ambos. Relámpagos
, el estremecimiento al
pensar en ellos. Lluvia, las desagradables lágrimas que se amontonan en sus
párpados y culminan en sus gruesos labios, dejando un sabor salado.
¿Por qué? – se pregunta. A cada minuto.
¿Qué tengo de especial? ¿Es necesaria tanta opresión en el pecho? ¿No es más sencillo que mi corazón fuese de uno? ¿No es más fácil olvidarme de Matt? Sí. Pero no podría…
Ben tiene una dulzura singular. Es el novio perfecto, el que toda chica en su sano juicio desea: que te quiera por encima de todo y que esté dispuesto a hacer cualquier cosa por ti.
Matt es lo que siempre desee que fuese Ben: atrevido, con ganas de soñar y ver mundo.
Cada uno me aporta algo diferente y esencial para mí. Ambos son mis almas gemelas, dos mitades que me complementan. Y me protegen.
Podría bañarme cada día en los azulones iris del moreno. Y podría perderme en la inmensa oscuridad del rubio.
Sé que no es sólo injusto para mí. Hoy, los celos de Ben se han manifestado por primera vez y él ha luchado, defendiendo lo que considera suyo. No me gusta que los celos hayan hecho acto de presencia.
Pero, que no me agrade, no quiere decir que no lo comprenda.
Y Matt, cuando advirtió que Ben estaba en mi vida, también sacó a relucir los dientes, mordiendo mi corazón. Como un lobo feroz.
En los días siguientes, la lluvia persiste en todo Londres, con un cielo plagado de tonos grises que a veces tornan a negro, dejando una semana pasada por agua. Tan húmeda como los sueños de Anne con cierto chico.
Ben se comporta como si nada hubiese ocurrido y, además, está más cariñoso y efusivo que nunca. Ganando terreno.
Pero, en su mente, una poderosa duda merodea desde ese día.
¿Le habrá contado todo o se guardará algo para ella?
¿Habrían hecho algo la noche que durmieron juntos?
Esa incógnita retumbaba en su cabeza cada vez que intentaba conciliar el sueño, como un cuchillo desgarrándolo con su fina incertidumbre.
Matt, al margen de todo, se pregunta por qué no recibe ningún mensaje de Anne y por qué cojones no le responde al teléfono.
¿He hecho algo malo? – se pregunta, mientras el tono de llamada le retumba en los oídos y Adam lo mira con suspicacia.
El sol atraviesa el horizonte y, con él, llega un viernes esperado. El gris de las nubes se va difuminando hasta prácticamente llegar a blanco.
El tic tac del reloj hace a Anne maldecir el tiempo. Intranquila, intenta mantener una postura fija durante los cinco minutos que quedan para que el timbre del instituto de por terminada la jornada e inaugure el fin de semana, pero está demasiado nerviosa como para estarse quieta.
Adam corre escaleras arriba, irrumpiendo en la habitación de su hermano. Él está en la terraza, haciendo ejercicios con pesas. El moreno se acerca con sigilo hasta él y lo mira con las cejas arrugadas.
- ¿No has ido hoy a la revista? – le pregunta, ceñudo. Matt levanta la vista y le regala una mirada de hastío. De golpe, suelta las pesas y se levanta, poniéndose a la altura de su hermano.
- Me he tomado el día libre. Necesitaba relajarme. – contesta, encogiéndose de hombros.
- ¿Y esta es tu manera de relajarte? – insiste el chico de ojos verdes, que le centellean intrínsecamente.
- Cada uno se relaja como le da la gana, ¿vale? – espeta el rubio, malhumorado, mientras se seca el sudor de la frente con una pequeña toalla. Va hacia los sofás en un par de zancadas y se deja caer en uno, agotado. Bebe un trago de zumo de cítricos y observa como su hermano, con una expresión preocupada, se acomoda a su lado.
- ¿Es por una chica? – pregunta, con aspecto interesado y la mirada pícara. El rubio deja de beber, tosiendo estrepitosamente. Medio ahogándose.
- ¿De qué vas? – le dice, con los ojos entornados. Se levanta rápidamente, rehuyendo la mirada de Adam y se dispone a entrar a su habitación. Pero su hermano le sigue.
- Vamos, hermanito, a mí puedes contármelo… - menciona el moreno, a la espalda de Matt, que se gira y lo devora con la mirada.
- ¿Que te lo puedo contar? – repite, enfadado. - ¿Olvidas lo que ocurrió la última vez?
- Eh, lo de aquella vez no fue culpa mía. Esa tipa no era para ti… Demasiado ligera… - defiende Adam, con las manos alzadas en señal de inocencia. Matt bufa y roda los ojos, dirigiéndose al baño.
- ¿Y para ti, sí? ¡Vamos, Adam! – vocifera el rubio, rememorando por un momento la conversación similar de hace cuatro años.
- Fue ella la que se metió en mi cama. – Dice con firme seguridad– Nadie la obligó.
- Puede ser pero, ¿por qué tenías que ligártela? ¡Pudiendo tener cualquier tía, tenías que follarte a la mía! – grita, encolerizado. Con el rubio flequillo tapándole los furiosos ojos, llenos de un oscuro velo de rencor.
- Ya te pedí perdón en su momento, no sé a qué viene sacar tanta mierda a flote. – dice el moreno, cruzándose de brazos. Adoptando una actitud defensiva.
- Viene a que me dejes en paz. – sentencia el rubio, cerrando la puerta del baño sonoramente.
- ¡Odio que lo arregles todo con un puto portazo! – grita Adam, pegando una patada al aire.
A las cinco de la tarde, Anne se remueve nerviosa en los brazos de Ben.
- Que bien que haya dejado de llover, ¿eh, preciosa? – comenta él, acariciándole el pelo.
- Sí. Esperar esta inmensa cola con un paraguas en la mano no sería muy cómodo… - dice la chica, con una amplia sonrisa.
A las puertas del Shepherds Bush Empire, esperan impacientes – él no tanto – a que los integrantes de Tokio Hotel hagan acto de presencia.
No me puedo creer que los vaya a ver de nuevo… - piensa ella, rozando la histeria, llevándose las manos a la boca, mordiéndose las uñas.
Instintivamente, aprieta las entradas contra sí. Ben suelta una risita.
- Tranquilízate – le susurra.
Como si pudiera…
Un rubio guarda su cámara dentro de la funda, con una expresión de desagrado, chasqueando la lengua y maldiciendo por lo bajo.
- Matt, no te pongas así. El fotógrafo musical está con gripe, es un favor personal… – dice Gregory Hall, su jefe, con tono resignado.
- Lo sé, y por eso lo hago – confiesa, con la cara baja y la desgana saliendo de sus poros.
- Y te verás recompensado – añade el hombre que, a pesar de no ser demasiado mayor – unos treinta y algo – deja ver en su lustroso cabello alguna que otra cana.
Matt asiente, con los labios formando un mohín.
- No será fácil recompensar el aguantar a esos alemanes consentidos… - suelta, saliendo por la puerta de la redacción.
Se acaba de despedir del chico, bajo una tormenta que no es más que un símil de su ser.
Truenos, la impotencia por quererles a ambos. Relámpagos
¿Por qué? – se pregunta. A cada minuto.
¿Qué tengo de especial? ¿Es necesaria tanta opresión en el pecho? ¿No es más sencillo que mi corazón fuese de uno? ¿No es más fácil olvidarme de Matt? Sí. Pero no podría…
Ben tiene una dulzura singular. Es el novio perfecto, el que toda chica en su sano juicio desea: que te quiera por encima de todo y que esté dispuesto a hacer cualquier cosa por ti.
Matt es lo que siempre desee que fuese Ben: atrevido, con ganas de soñar y ver mundo.
Cada uno me aporta algo diferente y esencial para mí. Ambos son mis almas gemelas, dos mitades que me complementan. Y me protegen.
Podría bañarme cada día en los azulones iris del moreno. Y podría perderme en la inmensa oscuridad del rubio.
Sé que no es sólo injusto para mí. Hoy, los celos de Ben se han manifestado por primera vez y él ha luchado, defendiendo lo que considera suyo. No me gusta que los celos hayan hecho acto de presencia.
Pero, que no me agrade, no quiere decir que no lo comprenda.
Y Matt, cuando advirtió que Ben estaba en mi vida, también sacó a relucir los dientes, mordiendo mi corazón. Como un lobo feroz.
En los días siguientes, la lluvia persiste en todo Londres, con un cielo plagado de tonos grises que a veces tornan a negro, dejando una semana pasada por agua. Tan húmeda como los sueños de Anne con cierto chico.
Ben se comporta como si nada hubiese ocurrido y, además, está más cariñoso y efusivo que nunca. Ganando terreno.
Pero, en su mente, una poderosa duda merodea desde ese día.
¿Le habrá contado todo o se guardará algo para ella?
¿Habrían hecho algo la noche que durmieron juntos?
Esa incógnita retumbaba en su cabeza cada vez que intentaba conciliar el sueño, como un cuchillo desgarrándolo con su fina incertidumbre.
Matt, al margen de todo, se pregunta por qué no recibe ningún mensaje de Anne y por qué cojones no le responde al teléfono.
¿He hecho algo malo? – se pregunta, mientras el tono de llamada le retumba en los oídos y Adam lo mira con suspicacia.
El sol atraviesa el horizonte y, con él, llega un viernes esperado. El gris de las nubes se va difuminando hasta prácticamente llegar a blanco.
El tic tac del reloj hace a Anne maldecir el tiempo. Intranquila, intenta mantener una postura fija durante los cinco minutos que quedan para que el timbre del instituto de por terminada la jornada e inaugure el fin de semana, pero está demasiado nerviosa como para estarse quieta.
Adam corre escaleras arriba, irrumpiendo en la habitación de su hermano. Él está en la terraza, haciendo ejercicios con pesas. El moreno se acerca con sigilo hasta él y lo mira con las cejas arrugadas.
- ¿No has ido hoy a la revista? – le pregunta, ceñudo. Matt levanta la vista y le regala una mirada de hastío. De golpe, suelta las pesas y se levanta, poniéndose a la altura de su hermano.
- Me he tomado el día libre. Necesitaba relajarme. – contesta, encogiéndose de hombros.
- ¿Y esta es tu manera de relajarte? – insiste el chico de ojos verdes, que le centellean intrínsecamente.
- Cada uno se relaja como le da la gana, ¿vale? – espeta el rubio, malhumorado, mientras se seca el sudor de la frente con una pequeña toalla. Va hacia los sofás en un par de zancadas y se deja caer en uno, agotado. Bebe un trago de zumo de cítricos y observa como su hermano, con una expresión preocupada, se acomoda a su lado.
- ¿Es por una chica? – pregunta, con aspecto interesado y la mirada pícara. El rubio deja de beber, tosiendo estrepitosamente. Medio ahogándose.
- ¿De qué vas? – le dice, con los ojos entornados. Se levanta rápidamente, rehuyendo la mirada de Adam y se dispone a entrar a su habitación. Pero su hermano le sigue.
- Vamos, hermanito, a mí puedes contármelo… - menciona el moreno, a la espalda de Matt, que se gira y lo devora con la mirada.
- ¿Que te lo puedo contar? – repite, enfadado. - ¿Olvidas lo que ocurrió la última vez?
- Eh, lo de aquella vez no fue culpa mía. Esa tipa no era para ti… Demasiado ligera… - defiende Adam, con las manos alzadas en señal de inocencia. Matt bufa y roda los ojos, dirigiéndose al baño.
- ¿Y para ti, sí? ¡Vamos, Adam! – vocifera el rubio, rememorando por un momento la conversación similar de hace cuatro años.
- Fue ella la que se metió en mi cama. – Dice con firme seguridad– Nadie la obligó.
- Puede ser pero, ¿por qué tenías que ligártela? ¡Pudiendo tener cualquier tía, tenías que follarte a la mía! – grita, encolerizado. Con el rubio flequillo tapándole los furiosos ojos, llenos de un oscuro velo de rencor.
- Ya te pedí perdón en su momento, no sé a qué viene sacar tanta mierda a flote. – dice el moreno, cruzándose de brazos. Adoptando una actitud defensiva.
- Viene a que me dejes en paz. – sentencia el rubio, cerrando la puerta del baño sonoramente.
- ¡Odio que lo arregles todo con un puto portazo! – grita Adam, pegando una patada al aire.
A las cinco de la tarde, Anne se remueve nerviosa en los brazos de Ben.
- Que bien que haya dejado de llover, ¿eh, preciosa? – comenta él, acariciándole el pelo.
- Sí. Esperar esta inmensa cola con un paraguas en la mano no sería muy cómodo… - dice la chica, con una amplia sonrisa.
A las puertas del Shepherds Bush Empire, esperan impacientes – él no tanto – a que los integrantes de Tokio Hotel hagan acto de presencia.
No me puedo creer que los vaya a ver de nuevo… - piensa ella, rozando la histeria, llevándose las manos a la boca, mordiéndose las uñas.
Instintivamente, aprieta las entradas contra sí. Ben suelta una risita.
- Tranquilízate – le susurra.
Como si pudiera…
Un rubio guarda su cámara dentro de la funda, con una expresión de desagrado, chasqueando la lengua y maldiciendo por lo bajo.
- Matt, no te pongas así. El fotógrafo musical está con gripe, es un favor personal… – dice Gregory Hall, su jefe, con tono resignado.
- Lo sé, y por eso lo hago – confiesa, con la cara baja y la desgana saliendo de sus poros.
- Y te verás recompensado – añade el hombre que, a pesar de no ser demasiado mayor – unos treinta y algo – deja ver en su lustroso cabello alguna que otra cana.
Matt asiente, con los labios formando un mohín.
- No será fácil recompensar el aguantar a esos alemanes consentidos… - suelta, saliendo por la puerta de la redacción.
El Shepherds Bush Empire está a rebosar. Adolescentes – y otro tanto que no – se agrupan como pueden en el recinto para ver de cerca a sus ídolos.
Anne tiene los ojos bañados en un halo de ilusión, y Ben está feliz de verla así.
Los integrantes de la banda aún siguen en el backstage, pero un hombre irrumpe en el escenario, llamando la atención de todo el público. Se acerca torpemente hasta un micrófono, esquivando cables. Carraspea antes de hablar.
- ¿Se me oye? – dice, soltando una risita ronca.
- ¿Quién es? – pregunta un chico azabachado en la oreja de su novia, que se muestra confusa.
- No tengo ni idea – responde ella.
Un sonoro sí suena estridente en el lugar. El hombre relaja sus hombros y comienza a hablar.
- Veréis, esta noche, tras el concierto maravillosos que presenciareis, se sorteará unos pases vip para una fiesta que ha organizado el grupo.
Se sorteará entre los números de las entradas, por tanto, ponedlas a buen recaudo y, al finalizar, el azar decidirá los afortunados, que serán diez. Y, sin más, ¡disfrutad del espectáculo!
Pd: Sí, sé que es corto pero quería dejarlo ahí :)
Estoy muy ajetreada con los estudios y esas cosas de la vida y no me ha dado tiempo de revisar la ortografía y demás así que perdonadme si cometo alguna falta D:
Si tengo un huequito esta semana, subiré otro capítulo y revisaré este, pero no prometo nada :P
Muchísimas gracias a los que leen y comentan, de verdad ^^
Sin más, un mullido abrazo de algodón :3